Muestra desde una comedia negra sobre una abuela suicida y los ritos judíos en México hasta la lucha de una joven para sobrevivir en Nicaragua.
Desde una comedia negra sobre una abuela suicida y los ritos judíos en México hasta la lucha de una joven para sobrevivir en la Nicaragua de hoy, pasando por dramas íntimos y sicológicos: el Festival de Biarritz evidencia la diversidad del cine de América Latina.
Además, el 18 Festival de Cine y Culturas de América Latina de Biarritz (28 septiembre-4 octubre), ha puesto de manifiesto la juventud de la mayoría de los realizadores de la región: siete de los diez largometrajes que compiten para el máximo galardón, el Abrazo, son óperas primas.
Aunque están presentes en este balneario de la costa vasca francesa realizadores reconocidos mundialmente como el cubano Juan Carlos Tabío -cuya película El Cuerno de la abundancia opta por el Abrazo-, una buena parte de los realizadores son treintañeros y debutan en el cine.
La mexicana María Chenillo, que presentó el miércoles por la noche en la gran sala del Festival su filme, Cinco Días sin Nora, tiene sólo 32 años y esta película, que derrama humor negro y está sorprendentemente bien dirigida, es su ópera prima.
El tema de Cinco días sin Nora es la muerte, y las reacciones serias y absurdas que provoca.
"Pensé que mi primera película tenía que ser sobre lo que conozco bien", explicó Chenillo y afirmó que su película, aunque tiene también mucho de ficción, se inspiró en la historia de sus abuelos. Más concretamente, "en el suicidio de mi abuela y en las reacciones que provocó".
"Tenía que ser una comedia. Pensé que sólo el humor podía permitirme hablar de ese dolor", dijo la realizadora, cuya película acaba de ser premiada en el Festival de Moscú y fue estrenada en México el fin de semana pasado en una treintena de salas.
"Tuvo 14 mil entradas el fin de semana, lo que no está del todo mal para este tipo de cine", dijo Chenillo, que otorgó el papel protagonista al premiado actor Fernando Lujón, que es el que lleva en sus hombros los momentos más hilarantes de la cinta.
Chenillo dijo que su película -"que costó alrededor de 1.2 millón de dólares, lo que en México es barato"- se filmó gracias al apoyo del Estado.
"Fue una especie de mecenazgo. Pero eso se está acabando", indicó la realizadora, que ya está trabajando en su próxima película. "Es un largometraje de ficción, y se llama Jonás", adelantó.
La diversidad del cine de la región ha sido evidenciada también por La Pasión de Gabriel, de Luis Alberto Restrepo, que aborda los flagelos de Colombia sin apuntar un dedo culpable a sólo una de las partes, y El Cuarto de Leo, sobre la búsqueda de identidad sexual, del uruguayo Enrique Buchichio.
La juventud de los cineastas presentes en esta edición del Festival de Biarritz llama también la atención. El realizador de Ilusiones Opticas, el chileno Cristián Jiménez, nació en 1975 y el autor del largometraje Los paranoicos, del argentino Gabriel Medina, tiene 32 años.
El director de Os famosos e os duendes da morte, el brasileño Esmir Filho, anda también en los treintas, y el colombiano Jorge Navas, cuyo filme La sangre y la lluvia compite por el Abrazo, es considerado uno de los jóvenes talentos de la cinematografía de su país.
En la sección de documentales, el director de La revolución de los pingüinos, el chileno Jaime Díaz Lavanchy, es treintañero, como lo es también el realizador de la brasileña Garapa, José Padilha.Biarritz
Además, el 18 Festival de Cine y Culturas de América Latina de Biarritz (28 septiembre-4 octubre), ha puesto de manifiesto la juventud de la mayoría de los realizadores de la región: siete de los diez largometrajes que compiten para el máximo galardón, el Abrazo, son óperas primas.
Aunque están presentes en este balneario de la costa vasca francesa realizadores reconocidos mundialmente como el cubano Juan Carlos Tabío -cuya película El Cuerno de la abundancia opta por el Abrazo-, una buena parte de los realizadores son treintañeros y debutan en el cine.
La mexicana María Chenillo, que presentó el miércoles por la noche en la gran sala del Festival su filme, Cinco Días sin Nora, tiene sólo 32 años y esta película, que derrama humor negro y está sorprendentemente bien dirigida, es su ópera prima.
El tema de Cinco días sin Nora es la muerte, y las reacciones serias y absurdas que provoca.
"Pensé que mi primera película tenía que ser sobre lo que conozco bien", explicó Chenillo y afirmó que su película, aunque tiene también mucho de ficción, se inspiró en la historia de sus abuelos. Más concretamente, "en el suicidio de mi abuela y en las reacciones que provocó".
"Tenía que ser una comedia. Pensé que sólo el humor podía permitirme hablar de ese dolor", dijo la realizadora, cuya película acaba de ser premiada en el Festival de Moscú y fue estrenada en México el fin de semana pasado en una treintena de salas.
"Tuvo 14 mil entradas el fin de semana, lo que no está del todo mal para este tipo de cine", dijo Chenillo, que otorgó el papel protagonista al premiado actor Fernando Lujón, que es el que lleva en sus hombros los momentos más hilarantes de la cinta.
Chenillo dijo que su película -"que costó alrededor de 1.2 millón de dólares, lo que en México es barato"- se filmó gracias al apoyo del Estado.
"Fue una especie de mecenazgo. Pero eso se está acabando", indicó la realizadora, que ya está trabajando en su próxima película. "Es un largometraje de ficción, y se llama Jonás", adelantó.
La diversidad del cine de la región ha sido evidenciada también por La Pasión de Gabriel, de Luis Alberto Restrepo, que aborda los flagelos de Colombia sin apuntar un dedo culpable a sólo una de las partes, y El Cuarto de Leo, sobre la búsqueda de identidad sexual, del uruguayo Enrique Buchichio.
La juventud de los cineastas presentes en esta edición del Festival de Biarritz llama también la atención. El realizador de Ilusiones Opticas, el chileno Cristián Jiménez, nació en 1975 y el autor del largometraje Los paranoicos, del argentino Gabriel Medina, tiene 32 años.
El director de Os famosos e os duendes da morte, el brasileño Esmir Filho, anda también en los treintas, y el colombiano Jorge Navas, cuyo filme La sangre y la lluvia compite por el Abrazo, es considerado uno de los jóvenes talentos de la cinematografía de su país.
En la sección de documentales, el director de La revolución de los pingüinos, el chileno Jaime Díaz Lavanchy, es treintañero, como lo es también el realizador de la brasileña Garapa, José Padilha.Biarritz
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