Apolítico, lejano o indiferente, así se ha calificado la postura del humanista regiomontano frente a la epopeya bélica que vivió nuestro país en 1910.
Escritores consultados por MILENIO Diario de Monterrey ofrecen una nueva perspectiva.
¿Hasta qué punto se puede afirmar que Alfonso Reyes se mantuvo ajeno a los giros y matices que tomaba la Revolución Mexicana? La historia conocida por los conocedores de la vida y obra alfonsina es que éste se apartó del movimiento por el dolor que le provocó la muerte de su padre en manos de una ametralladora.Pero a decir de especialistas, hay mucho más que desentrañar.
Héctor Perea, Anthony Stanton y Raquel Tibol son tres investigadores y reconocidos reyistas que fueron consultados para ahondar un poco en este tema, y aunque con ángulos distintos, los tres comentan que hay algo más allá de la simple cita que se narra en la Oración del 9 de febrero.
Los tres especialistas confirman que el hecho que origina la llamada Decena Trágica, donde muere su padre, fue un duro golpe al joven Reyes. “En la Visión de Anáhuac hay una evocación hacia la Revolución”, declara el investigador del Colegio de México, Anthony Stanton. Para el periodista Héctor Perea, el trato de “apolítico” con el que se le tacha a Reyes es “injusto”; mientras que la crítica de arte Raquel Tibol cuestiona a aquellos que buscan enfrentar al padre con el hijo por esta causa.
Pese a no volcarse a alguno de los dos bandos, como si lo hicieron algunos escritores miembros del Ateneo de la Juventud, Reyes decidió apoyarse en las letras para fomentar valores como la conciliación y la concordia. En ello recae Antony Stanton, quien observa en La Visión de Anáhuac cuál era la postura de Reyes al movimiento revolucionario.
“Él había perdido a su padre y las otras facciones se estaban matando entre sí, en una lucha que causó muchos muertos. Él quería poner eso atrás en la historia de México y poner, eso sí con la imaginación, un modelo de concordia e inclusivo”, reflexionó el investigador.
Sin embargo, que Alfonso Reyes no se manifestara claramente a favor o en contra de la Revolución no lo convirtió en una persona ajena a estos movimientos. Héctor Perea, cronista y ensayista, afirma que es injusto el trato que se le ha dado al Regiomontano Universal al calificarlo como “apolítico”, pues considera que sus acciones, al dar asilo a exiliados en las dos guerras (Primera y Segunda Guerra Mundial) y dos revoluciones (la Civil en España y la de 1930 en Brasil) que le tocaron vivir, demuestran lo contrario.
“En la Revolución (Mexicana) le toca proteger a mexicanos que pasan por Europa cuando él trabaja en España, pero ya le había tocado antes proteger a latinos cuando estalla la Primera Guerra Mundial. Esto mismo hizo en Argentina cuando se levanta la guerra en España, y finalmente, cuando llegó a Río de Janeiro inicia otra revolución y hace exactamente lo mismo. Por todo esto, es injusto considerar que Reyes fue una persona que dejó pasar a un lado los grandes movimientos y que no intervino”, sostuvo.
Ante estas posiciones, Reyes toma a la escritura por bandera porque es a través del arte donde él creía que se podía dar lo que en fondo buscan todas las revoluciones y guerras: la superación del hombre.
La maestra Raquel Tibol,crñitica de arte y conocedora de la obra reyista, rechazó aquellas posturas que enfrentan al hijo con el general, afirmó al respecto: “Reyes nunca fue una gente ni de armas, ni tuvo vocación militar, siempre fue una gente de cultura, ¿qué querían, que enfrentara a su propio padre?. Reyes pensaba en el arte puesto como un servicio al ser humano no al servicio de una causa”A la luz de su pluma
En textos como Oración del 9 de febrero e Ifigenia Cruel, el pesar de don Alfonso por el asesinato de su padre es evidente, aunque a decir de Anthony Stanton, en Visión de Anáhuac existe una evocación de concordia sobre la Revolución.
“Es injusto llamar a Reyes apolítico”. Ésta es la denuncia que lanza el cronista Héctor Perea, pues pide que se reconozca la labor humanitaria de Reyes en “las dos guerras y dos revoluciones que le tocó vivir como diplomático en Europa y en Brasil”.
La crítica Raquel Tibol pide que se deje de confrontar la posición política del general Bernardo con la actitud de su hijo. “¿Qué querían, que renegara a su padre?”, cuestiona la escritora.
Milenio.- Gustavo Mendoza Lemus. Monterrey. NL (Milenio)
lunes, 1 de junio de 2009
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